El cambio radical del Aspers de Northampton tras su cierre: de casino a plantación ilegal
Hace unos meses, la firma británica Aspers, operadora de casinos en el Reino Unido, entró en concurso de acreedores.
La firma poseía propiedades en Londres y Milton Keynes, que contaban con las licencias de Gran Casino más antiguas del país, pero sus dificultades económicas habían quedado en evidencia, apenas unos meses antes, con la venta de sus otras dos operaciones, en Northampton y Newcastle.
El casino de Northampton pertenecía a otra categoría, más modesta. Llevaba en funcionamiento desde hacía 18 años, y estuvo ofreciendo torneos de póker de alcance local y buy-ins muy económicos hasta fechas tan recientes como 2023.
La venta del casino de Northampton se produjo en octubre de 2024. En principio, el nuevo dueño parecía interesado en mantener el negocio y centrarse en el póker. Les prometió a los empleados que no habría cambios sustanciales en la plantilla y dotó de nueva imagen corporativa y nuevo nombre al casino, destinado aparentemente a convertirse en una poker room.
Sin embargo, en poco más de un mes cambió de idea y buscó otra localización. Revendió la propiedad a una empresa llamada 1st and Last Gaming Events, que, antes de acometer ningún plan propio, intentó cumplir con los compromisos adquiridos, como las cenas de Navidad que debían organizar. Sin embargo, fue un desastre.
El personal se negó a seguir trabajando, ante la incertidumbre sobre el mantenimiento de las licencias necesarias para ofrecer juego, y el casino cerró definitivamente. Antiguos empleados expresaron sus sospechas de que la nueva dirección ya venía con la idea de liquidar el negocio y desvencijar el edificio, para luego especular con la propiedad.
En ese punto se pierde la estela de los propietarios del edificio, que parecía abandonado desde principios de año. Sin embargo, un vecino denunció actividades sospechosas alrededor del antiguo casino, y, el pasado 30 de octubre, el departamento de policía de Northampton desplazó investigadores al lugar.
La policía encontró resistencia a su entrada, con puertas electrificadas y otro tipo de trampas diseñadas para alejar a los intrusos. Una vez logrado el acceso, se encontraron con una enorme plantación de marihuana, que cubría toda el área de juego del antiguo casino y se extendía a lo largo de las cuatro plantas del edificio con otras estancias, como, por ejemplo, secaderos. El recinto contenía más de 7.000 plantas, según los primeros informes.
La portavoz policial constata lo obvio. No es una operación cualquiera. Es obra de un grupo criminal organizado, y el intento de fortificar el casino estaba dirigido a evitar el asalto de otros criminales, además de interferir en cualquier investigación policial.
No tenemos constancia de la anterior plusmarca de presencia de marihuana en un casino, con la aportación de no pocos jugadores, pero seguro que era una cantidad ridícula en comparación a este verdadero sembrado.
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